Todo está en calma, nada extraño ocurre. El viento agita las ramas de los árboles con una suavidad que apenas alcanza a refrescar la noche, hasta que un “algo” aparece y todo a su alrededor se vuelve caos…
Así podría empezar; perdón, así debe empezar toda historia, aunque alguno me dirá que no necesariamente, ya que si lo quisiera podría empezar con ese “algo” arrasando con todo a su paso sin que para ello mediara ninguna calma anterior, y que con ello, además, le imprimiría un golpe de entrada (un teaser que llamarían los cineastas), que generaría emoción inmediata.
Pero ello no sería tan cierto, ya que aunque así empezara, de todas maneras eso me indicaría simplemente que yo como escritor decidí dejar de lado una información que no creí necesaria transmitir, que recurrí a la utilización de una elipsis, ya que queda por sentado que antes de que apareciera “eso” todo debió estar en calma, porque la única justificación de toda aventura es la de resolver cualquier conflicto o circunstancia que haya alterado la paz y la tranquilidad de ese mundo o estado inicial.
Veámoslo desde este otro punto: para generar una historia dramática debemos tener siempre un personaje al que lo mueve una motivación para alcanzar un objetivo, pero que en ese camino se encuentra con un elemento conflictivo que le impide lograr su cometido y al cual por ende debe enfrentarse para vencer o ser vencido.
Personaje Motivación Objetivo Elemento conflictivo
De allí deducimos que fue la motivación la que generó en el personaje su decisión de alcanzar un objetivo, motivación sin la cual no tendría nada qué desear ni nada por lo cual o contra qué luchar; es decir, que de no existir esa motivación todo en la vida del personaje seguiría transcurriendo en calma, o por lo menos en una corriente monotonía.
Entonces podemos deducir que el objetivo de toda aventura narrativa es la de devolver la compostura a un elemento o universo que por alguna circunstancia ha sido alterado, y que para poder demostrar que todo ha vuelto a esa normalidad debemos saber cuál ha sido esa “normalidad” desde la cual hemos partido; normalidad que dicho sea de paso nunca será igual a la inicial, ya que siempre habrá algo que se ha alcanzado o ganado, o algo que se ha perdido, o ambas circunstancias a la vez.
Entonces tenemos que en el inicio de toda historia parte de un universo sin alteración, un mundo en calma, un espíritu sin vicisitudes; el cual por circunstancias propias de cada historia se verá estremecido, tocado, amenazado o movido por un acontecimiento o elemento contra el cual deberá luchar, ya sea para alcanzar un objetivo o un deseo o para derrotar una amenaza, y que dependiendo de cuál sea su elemento conflictivo y su lucha, deberá comportarse reactiva o proactivamente.
4 comentarios:
Soberbia exposición. Me va a ayudar bastante con mis proyectos, gracias.
Gracias a ti por haber dejado tu comentario. Ojalá que mi granito de arena te pueda ayudar en algo.
Es interesante El comprender que el Camino de cada individuo es llevado por lo emocional,, Gracias
Me ayudó mucho gracias .
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