Para el consejo de hoy quiero que te imagines que eres tú quien va a leer el guión de otra persona a la cual no conoces y con quien no te une ningún tipo de vínculo y que además, para terminar de completar el cuento, has descalificado de antemano porque si no lo conoces, tú que te pasas la vida leyendo guiones, quiere decir que ese otro no ha escrito nada, por ende: no es nadie; y sólo vas a mirar su guión porque un jefe te obliga, o te paga (que para el caso es lo mismo) para que lo hagas. ¡Ah!, y como punto culminante: es un viernes a las 4:30 de la tarde.
¿Ya te imaginaste la escena? Prometedora, ¿cierto?
Tranquilo, aquí te doy unas ayudas que pueden funcionar. Se trata de que mantengas su atención y que literalmente lo obligues a pasar a la siguiente página. Volvamos a usar la imaginación: esta vez estás en tu oficina y un compañero está relatando un cuento, le suena el teléfono y él contesta; pasan uno, dos, tres minutos, ¿sigues ahí?, ¿qué ha hecho que te quedes esperando su narración si tienes otras cosas más importantes que hacer? Piénsalo.
¿Recuerdas aquel famoso “y qué tal si…”? Pues bien, seguramente él lo ha sabido utilizar porque te sembró una duda (¿logró tu otro compañero(a), del que está contando el cuento, acostarse con el o la amiga con la que salió la noche anterior?); o porque tal vez te prometió una sonrisa (¿será que se tomo unos tragos de más y lo que hizo fue un ridículo monumental?). Pues bien, eso es justo lo que debes hacer al final de la primera página: sembrar la promesa de que algo bueno le darás en la segunda página, y debes dárselo, nunca prometas algo que no darás, eso matará la historia y la enterrará junto con las demás que yacen en el cesto de su basura. Piensa en tu compañero, ¿gastarías de nuevo tu tiempo con él si al final te sale con que tu otro compañero(a) simplemente se devolvió a su casa y no pasó nada y todo sigue igual?
Ahora bien, ésa es la parte fácil, porque después de hacer eso con la primera página deberás seguir haciéndolo por lo menos durante 19 páginas más; ¿por qué?, porque él no sabe nada sobre tu historia, y sólo hasta que le hayas mostrado ése número de páginas lo tendrás lo suficientemente enganchado para que quiera saber el final, para que no quiera irse de la oficina hasta terminar de leer; porque eso significará también que tu público no comenzará a revolverse en la silla del teatro después del minuto cinco pensando que pudo haber invertido su plata en otra cosa, o que la historia no lo atrape lo suficiente y empiece a pensar que si el canario de la tía Raquel seguirá vivo, es que hace tanto tiempo que no la visita…
Recuerda, el truco está en saber encadenar una imagen con otra, una situación con la siguiente, es un juego de gato y ratón, tal como dice el eslogan de este blog: “lo importante no es LO que se cuenta, sino CÓMO se cuenta”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario