Hoy quiero plasmar justamente una idea que me ha estado rondando en la cabeza desde hace ya un rato, por lo que hoy puedo decir que ya estoy en la etapa tres, es decir, en la etapa del enamoramiento.
Y es que las ideas, aquellas que sobreviven, han tenido que pasar necesariamente por tres etapas. Esas etapas son las de la fascinación, el desencanto y el enamoramiento. Hoy quiero hablarte de la primera, la de la fascinación.
Esta etapa tiene que ver con ese momento inicial, con ese golpe, con el mazazo inicial que recibimos cuando de repente nos deslumbra una idea furtiva, esa que nos sorprende en el lugar y el momento menos indicados, y que nos deja en un estado catatónico producto de la mezcla de adrenalina y endorfinas que nos hace creernos el poseedor de la idea máxima, la única, la verdadera, la que va a cambiar el mundo, y nos sentimos flotar por encima de los demás.
Es el momento en el que tus ojos (estableciendo un símil perfectamente ajustado a este descernimiento) ven a la mujer –valga la pena decir que hablo de una mujer por mi condición de género, pero que vale igual desde una mirada femenina hacia lo masculino– más hermosa que ellos han tenido enfrente a lo largo de toda su existencia. Es radiante, es más que bella, es única, es sin igual, y te sientes atraído hacia ese ser “como abeja al panal”, no te importa el mundo, no te importa nada que no se relacione con ella, y crees que no serás ya nada si ella no te pertenece, o tú le perteneces a ella, en ese instante tales nimiedades no vienen a cuento, lo único importante es que los dos, ella y tú, deben ser uno solo sin importar nada más.
Así, de idéntica manera tratas a la idea que te ha venido a la mente, y te llegan muchas preguntas: ¿cómo es que nadie lo había pensado antes?, ¿cómo es que esa mujer está sola?, ¿qué es esta suerte?, y sientes que debes actuar rápido porque tanto a la una como a la otra cualquiera puede llegar antes que tú, porque ambas son (y te lo repites) únicas, magnificas, irremplazables.
Y de la catatonia pasas a la esquizofrenia simple, y sientes que todos alrededor son enemigos, rivales, ladrones que buscan robarte tu “presa”, tu triunfo, tu éxito, tu idea y tu conquista, tu felicidad.
Hasta que de un medio u otro duermes con una y con otra, y con las dos, y hasta vives con ellas un tiempo, hasta que llega la etapa de la calma, la de la reflexión, y te ves inmerso en la segunda etapa, la del desencanto…
De esa etapa hablaremos después. Por ahora, espero que me cuentes tu opinión sobre esta idea.
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