"Ya llega enero y estrenando el año, rostros alegres de esperanza, sueñan; y comparé, mi sentimiento con las cabañuelas…”
Así comienza un vallenato (música folclórica de mi Colombia), y así quise también empezar este nuevo año; llenando mis sueños de esperanza, metiendo en las cabañuelas de esta nueva etapa todas las ilusiones de lo que está por venir.
Hoy quiero compartir contigo, y que te unas a mí, a no dejar de lado los sueños, que son al fin y al cabo el combustible que nos permite vivir; o por lo menos vivir lo que somos, ya que son ellos los que nos dan las ganas de vivir, los que nos definen.
Cada uno tiene los suyos, son los que nos hacen diferentes, y lastimosamente algunos, o casi todos (sino todos), hemos tenido que olvidarlos en alguna etapa de nuestra vida para poder suplir las necesidades básicas de nuestra materia, para terminar descubriendo después, y algunas veces demasiado tarde, que nos pasamos la vida supliendo esas necesidades y nos perdimos la verdadera vida que nos correspondía.
Está empezando un año, el mismo que se irá antes de que el gallo cante tres veces, y espero, anhelo, que no tengas que hacer como san Pedro… pedir(te) perdón por haber olvidado tus promesas.
La mía, mi promesa, es seguirte acompañando con estas notas todo este año, y compartiendo contigo las pocas cosas que sé, y te pido que me acompañes, y que ojalá compartas también conmigo las cosas que tú sabes. Recorramos juntos un camino de hermandad, de conocimiento y de amor por las letras, por las historias. Historias que a fin de cuentas son las que van formando nuestra existencia, ¿o qué seríamos si no tuviéramos una historia para contar?
Te dejo por hoy, ya nos volveremos a “ver” en una nueva nota, y quiero cerrar como abrí, con una parte del vallenato “Las cabañuelas”, que cantan Los Hermanos Zuleta:
“…se desbordó el silencio, y se escucha un eco de felicidad… esas son las cabañuelas de un hombre enamorado, que sueña que se le olviden sus penas, que anhela que este por fin sea su año…”
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